Un comentario puede ser abierto (cada cual comenta los aspectos que crea pertinentes) o focalizado a partir de una o varias preguntas. Se pude seguir una aproximación por apartados (contexto, temas, estilo, etc.) o ensayística (entrelazando los diferentes aspectos sin distinción). Aquí el comentario ha realizado a partir de preguntas concretas, que se responden por separado.
Un comentario puede enfocarse de distintas maneras. Aunque siempre es inevitable cierto grado interpretativo, las preguntas en este caso requieren aplicar en el texto aspectos teóricos concretos sobre la trayectoria de un autor y su contexto social, político y cultural. Por eso, aquí se dedica mucho espacio a cuestiones historiográficas y biográficas, y no tanto la interpretación textual. Pero incluso en estos casos no se puede perder de vista el texto en sí, sino que han de ofrecerse ejemplos ilustrativos, para que el comentario no se convierta en un pretexto.
Un comentario debe hacerse con materiales bibliográficos: primarios (una edición rigurosa del texto que se comenta) y secundarios (estudios sobre ese texto). Las fuentes secundarias deben ser académicas y especializadas, no enciclopédicas, ni divulgativas. Cuando se tiene acceso a la bibliografía (como en un trabajo realizado en casa), es obligatorio referirse a ella, incluyendo los detalles (autor, título, editorial, fecha de publicación, etc.), y poner citas textuales, entre comillas y con la página exacta. No obstante, aquí se ha simulado una situación sin acceso a bibliografía (por ejemplo, un examen), por lo que no se incluye un aparato de citas. En todo caso, en este tipo de situaciones también se debe mostrar que se conocen las fuentes, refiriéndose grosso modo a las mismas.
En una situación tipo examen, lo habitual es aplicar conocimientos previamente estudiados (por ejemplo, en una asignatura) y es frecuente, asimismo, que haya una selección de textos literarios predeterminados. Obviamente, antes del examen hay que realizar ese estudio y leer los textos. Además, como el enfoque es historiográfico, es preciso documentarse sobre los hechos y personajes históricos mencionados. Para ello, sería también deseable recurrir a estudios académicos, pero podría bastar con fuentes enciclopedias o divulgativas, si, por falta de espacio, es preciso centrarse en los aspectos literarios; al fin y al cabo, no deja de ser un comentario de un texto literario.
Un mismo texto se puede analizar en detalle y por extenso, pero aquí se ha optado por un abordaje breve, propio de ejercicios o evaluaciones parciales, que solo constituyen un porcentaje de, por ejemplo, la nota final de una asignatura. Por razones de brevedad (y, a veces, por problemas de tiempo), no es posible abordarlo todo. De hecho, es mejor analizar pocos aspectos en profundidad que muchos superficialmente. Por eso, es importante decidir bien qué aspectos no comentar, sin dejar de responder a todas las preguntas. Aquí, no se dice nada de algunos hechos y personajes, porque son secundarios (por ejemplo, George Bush padre), y algunos marcos teóricos están solo apuntados vagamente, como los estudios decoloniales. Estos no se desarrollan más (ni siquiera con referencias grosso modo) porque, aunque el artículo critica el colonialismo, tampoco el autor habla explícitamente de estas teorías, y, en todo caso, en el enunciado se preguntan otras cuestiones: el personaje central del artículo (Rigoberta Menchú), la trayectoria literaria de su autor (Umbral) y el debate de literatura/periodismo.
(i) Contextualice el siguiente texto en la trayectoria de Francisco Umbral y las tendencias de la literatura española de su época. (ii) Analice los hechos mencionados dentro de su contexto histórico, así como el sentido y crítica que el autor hace en torno a los mismos. Y (iii) estudie las relaciones entre periodismo y literatura, (iv) atendiendo en particular a los recursos literarios propios del autor.
“Rigoberta Menchú”
Rigoberta Menchú, nieta de dioses, el Nobel de la Paz te ha señalado, india precolombina, mujer buena, madre eterna de América, Menchú, qué son quinientos años, el Quinto Centenario de los blancos, ante tu eternidad guatemalteca, ante tu majestad de india quiché. Ya pasaron los pálidos verdugos, el español de las celebraciones, y tú sigues ahí, adonde siempre, icono de los pobres, Buda de la miseria, extensa madre.
La paz, la libertad de toda América, vive en tu biografía y tu sonrisa, pero el doce de octubre, pertinaz, te ha encontrado muy triste entre calderos. El corazón indígena de América no sigue el calendario de los blancos, España vende fierros y fusiles para que os maten dulces y desnudos. Ah la paz armada del Norte contra el Sur, no es ése el pacifismo que tú cantas. Rigoberta Menchú, patria y mujer, entre tus batas, entre tus collares, un corazón de luz, precolombino, late con la verdad, conoce al indio. Los blancos dicen “etnias”, dicen cosas, los blancos os explotan, nos explotan, blanco es el que está arriba, el que recibe la luz de lo robado en pleno rostro. No llores en San Marcos, Rigoberta, no digas tu palabra de dulzura, espera que los blancos y los yanquis, españoles de trémolo y levita, hayan pasado al fin, hacia sus cosas, para volver de nuevo con tu lucha, para volver de nuevo con tus muertos y repartir arroz por Guatemala. Princesa y voz de las comunidades, dile a Jorge Serrano, presidente, que la patria eres tú, que eres la tierra, frente a su rostro verde de enemigo.
Y a Gonzalo Menéndez, canciller, mírale con tu risa guerrillera hasta que se le caigan las pupilas. Centroamérica, América, la tierra, cinco siglos de sangre difundida. Escucha las campanas, Rigoberta, las iglesias que vuelan como aves, la madrugada indígena y valiente, mientras los blancos duermen sobre un rifle. Palacios y arzobispos te saludan, Rigoberta Menchú, mujer de cobre, mientras pasan los siglos, desde entonces, y tú no estabas entre los ministros, entre los españoles con corbata, de ti nadie se acuerda, nada saben, porque han montado un barco tierra adentro para sentirse grandes navegantes, porque han montado un cóctel de asesinos, un baile de ladrones, una fiesta, sobre la sangre seca del pasado.
Rigoberta Menchú, treinta y tres años, tú lo que tienes son ya cinco siglos. Cinco siglos de susto y latigazo, cinco siglos de robo y de latines, cinco siglos que cantan en tu cuerpo como cinco sentidos terrenales. Con los cinco sentidos, con los siglos, has vivido el gran crimen, madre América, tú la madre coraje de los indios. Mas ya pasó la fiesta de los blancos, de los piratas y los misioneros, pasaron bucaneros ominosos, vestidos de levita y cortesía, y de Estocolmo llega un telegrama, desplegable paloma justiciera, a decir la verdad de lo que pasa, a posar en tu hombro un ave alegre.
Triste octubre de crímenes y fastos, que hoy se resuelve, gran madre quiché, gracias a la justicia vieja y noble de unos hombres remotos y avizores.
Violaciones, violencias, represiones, eso hemos celebrado con champaña, pero vuelve el paisaje sin historia, pero vuelven iconos y mendigos, y en Estados Unidos, crudamente, anuncia Bush que ha libertado al mundo. Indígenas y negros leen hoy sueco por entender el nombre de la paz, y a Vicente Menchú, ya legendario, le despiertan su muerte las campanas.
Vuelve la paz armada, y humillante, las Naciones Unidas mienten, mienten. Rigoberta Menchú, sigue tu marcha, vive tu nativismo, canta y lucha, ignora el calendario de los Papas, que América perdure, madre atlántida, la realidad poblada de las razas, que el blanco fatigado, hecho de leyes, ve avanzar hacia sí, bosque de Macbeth, cordilleras humanas, tierra alzada, con pendientes y lanzas y venganza.
El Mundo, 18 de octubre de 1992
(i) Trayectoria de Umbral y tendencias literarias *u1
*u2 Por sus complejas circunstancias familiares, Francisco Umbral tuvo una formación autodidacta y encontró en el periodismo una vía para dar salida a su temprana y fuerte pasión por la literatura. Después de un tiempo de oficinista de banca en Valladolid —de donde era oriunda su familia materna—, empezó a colaborar en El Norte de Castilla a finales de los 50, con el apoyo de Miguel Delibes, que era entonces el director de ese periódico. A partir de ahí, Umbral fue haciendo del periodismo su oficio principal para ganarse la vida, desde las agencias de noticias de posguerra, como Colpisa —que vendía sus piezas a diarios locales de toda España—, hasta llegar a ser el columnista estrella de El País (entre los 70 y los 80) y El Mundo (desde los 90). A esta época pertenece el texto que se va a analizar. *u3
Aunque otros autores de posguerra también escribieron en periódicos (el propio Delibes, Camilo José Cela o Carmen Laforet), la literatura de Umbral se funde radicalmente con su práctica periodística. Hay en sus artículos una fuerte carga literaria, lo que permite vincularle con el llamado nuevo periodismo, según la etiqueta acuñada por Tom Wolfe, si bien Umbral tuvo referentes anteriores dentro de España. *u4 De su admiradísimo César González Ruano, que también combinó periodismo y literatura, Umbral adopta la idea de escritura perpetua: el ejercicio diario de la producción de artículos en los periódicos (al menos, uno al día, y, en ciertos períodos, dos o tres). El propio Umbral se refirió a esta práctica como gimnasia para mantenerse en forma escritural y como base para el desarrollo de otro tipo de textos.
Inversamente, las obras no periodísticas de Umbral están ligadas con fuerza a ese mismo género. Abunda, así, en su producción la prosa de no ficción: ensayo (Lorca, poeta maldito fue un pionero acercamiento a un escritor que era todavía tabú en el franquismo de los años 60), diarios y memorias (como Mis paraísos artificiales, que es un título inspirado en Baudelaire). Por su parte, la narrativa de Umbral frecuentemente se confunde con estos y otros géneros. Su libro más importante, Mortal y rosa (en los 70), transita entre la narrativa, las memorias y la prosa poética. Por las mismas fechas, Memorias de un niño de derechas, pese a su título, encierra una novela de autobiografía ficcionalizada. Y La noche que llegué al Café Gijón, además de lo anterior, tiene una dimensión de reportaje testimonial. *u5
Como se ve, junto al periodismo, la obra de Umbral estuvo marcada por el yo, de modo que él siempre fue el protagonista de sus textos, entre la verdad y la tergiversación literaria de su propia vida. Incluso cuando no escribe en primera persona, hay una fuerte impronta autobiográfica. De este modo, y gracias a su exposición en los medios de comunicación, Umbral ha pasado a la historia como un personaje de sí mismo, en sintonía con lo que Manuel Alberca ha llamado autoficción. *u6
A luz de estos rasgos, Umbral cultivó una suerte de literatura total o sin géneros, en la que el periodismo y el yo ficcionalizado son herramientas fundamentales de trabajo. Esto hizo de Umbral un autor sui generis, inclasificable y, por ello en buena medida, fue minusvalorado durante años dentro del campo literario. Con todo, él mismo trabajó para posicionarse en dicho campo, reivindicando, por ejemplo, su cercanía a la generación del 50: Juan Marsé, los hermanos Goytisolo, Ana María Matute o Josefina Aldecoa, entre otros. Al final, pudo alcanzar un lugar sólido en la historia de la literatura, incluyendo el Premio Cervantes en el año 2000.
La reticencia de la crítica para acoger a Umbral en el campo literario se basó, por otra parte, en una estética de la provocación, según la etiqueta propuesta por Castellani. *u7 Umbral adoptó, desde muy joven, una pose marcadamente dandi y maldita, a menudo bronca, que tuvo su epítome en la célebre entrevista con Mercedes Milá en Antena 3 a principios de los 90, al grito de “¡he venido a hablar de mi libro!”. En esta línea, Umbral abordó temas y registros idiomáticos habitualmente marginales y marginados por la, por así decir, alta cultura. *u8 Pero, probablemente por eso, se convirtió en uno de los mejores cronistas de la sociedad del tardofranquismo —término que él mismo se jactó de acuñar por primera vez, haciendo gala de su capacidad para inventar neologismos—, la Transición y la Movida. Por ejemplo, Umbral prestó atención a la jerga cheli, típica de Madrid, en contacto con el rock y, en particular, el cantante Ramoncín. De ahí su Diccionario cheli en los 80.
(ii) Contexto histórico y sentido del artículo
En los 90, a pesar de su edad, Umbral logró mantenerse en la primera fila mediática, gracias a su columna diaria en El Mundo. Con el título general de Los placeres y los días —tomado de su también admirado Marcel Proust—, la columna se publicaba en la contraportada con enorme repercusión de público, porque, entre otras cosas, podía leerse sin abrir las páginas y hasta sin comprar el periódico, meramente ojeándolo de pie en el quiosco. *u9 En este caso, Umbral aborda la figura de la guatemalteca Rigoberta Menchú, con motivo de la concesión del Premio Nobel de la Paz en 1992.
Umbral aplaude que se le conceda a Menchú el galardón por ser una “mujer buena” y por su papel en defensa de los derechos de las poblaciones indígenas de América Latina, elevándola a rango de “nieta de dioses”, así como “Princesa y voz de las comunidades”. Igualmente, destaca la lucha de Menchú por erradicar la pobreza, con tono mesiánico: “icono de los pobres, Buda de la miseria”. *u10 Sin embargo, fruto de su carácter provocador, Umbral va más allá de la alabanza y ataca duramente el colonialismo y otros hechos de su época, en contra del sentir mayoritario de la sociedad occidental del momento.
Cuando Umbral habla de “la paz armada del Norte contra el Sur”, lo hace con ácida ironía. La paz se vincula por antonomasia al Premio Nobel, que suele ser alabado en el mundo por su, en principio, loable objetivo. Umbral, en cambio, señala que el Nobel encierra una situación de dominio por la fuerza (de ahí el oxímoron: paz armada) de los países ricos del Norte (donde significativamente es elegido el comité científico evaluador, a propuesta del Parlamento de Noruega) contra los explotados del Sur. Aunque con lenguaje poético (de lo cual se hablará más adelante), Umbral denuncia crudamente una situación de saqueo de las colonias en beneficio de las metrópolis históricas: “los blancos os explotan […] blanco es el que está arriba, el que recibe la luz de lo robado en pleno rostro”. *u11
Umbral evita el concepto de Tercer Mundo, habitual en la jerga socioeconómica de entonces. Aunque no menciona expresamente las teorías decoloniales, Umbral tuvo una gran capacidad para estar al día de las tendencias intelectuales de cada época, así que cabe suponer que no sea casualidad. Según estas teorías, el término Tercer Mundo reduce a los países históricamente dominados a una categoría inferior (tercera), frente a la suposición supremacista de que los antiguos países coloniales tienen una calidad que los legitima como Primer Mundo. La propia noción de mundos es también eurocentrista, porque considera a Europa como la primera sociedad que va a descubrir a las otras, como si hasta ese momento no hubieran existido. Por la misma razón, no usa el término descubrimiento de América. *u12
A causa del quinto centenario de dicho acontecimiento, Umbral pone de protagonista el año 1992. Frente a la exaltación que suele leerse en las historiografías tradicionales, Umbral prefiere engrandecer el remoto y eterno pasado precolombino: “qué son quinientos años, el Quinto Centenario de los blancos, ante tu eternidad guatemalteca, ante tu majestad de india quiché”. Umbral celebra el Nobel como justo resarcimiento del expolio colonial, en forma de paloma: “de Estocolmo llega un telegrama, desplegable paloma justiciera”. Sin embargo, irónicamente señala que la noticia le llegó a Menchú “muy triste entre calderos”, en referencia a su trabajo de ayuda humanitaria a la población indígena latinoamericana. Umbral saca a relucir, así, cierto grado de hipocresía y condescendencia de Occidente para con América Latina, ya que el premio supone una celebración narcisista para los países que lo han creado —que son los mismos que ejecutaron la explotación colonial—, a base de champán en la gala de entrega, pero sin erradicar la violencia histórica: “Violaciones, violencias, represiones, eso hemos celebrado con champaña”. Y añade: “un cóctel de asesinos, un baile de ladrones, una fiesta, sobre la sangre seca del pasado”.
En particular, Umbral menciona el 12 de octubre. En la historiografía occidental, esta fecha se ha establecido como inicio mitológico de la conquista de América, coincidiendo con el día en que, presuntamente, Colón pisó tierra americana por primera vez, cinco siglos antes: una isla que llamó San Salvador, que ahora es parte de las Bahamas. En España, de hecho, esta fecha ha sido tomada como sustrato de la identidad nacional y día festivo, bajo el estandarte de la llamada hispanidad. Aunque se ha pretendido resignificar la hispanidad con un espíritu de fraternidad entre países que comparten una misma lengua, no deja de remontarse al pasado imperialista de España en América Latina. De nuevo, Umbral no hace mención expresa a este debate, pero es improbable que no lo tuviera en mente, no solo porque el 12 de octubre es oficialmente el día de la hispanidad, sino porque conocía hitos al respecto a través de la literatura. Ahí está el libro de Ramiro de Maeztu de los años 30, Defensa de la hispanidad, que fue fundamental en la construcción del discurso nacional del franquismo. Umbral, en numerosos ensayos (por ejemplo, Del 98 a Don Juan Carlos), habla de la generación del 98, a la que perteneció Maeztu y que precisamente debe su nombre al fin del imperio colonial español. *u13
En el artículo está latente la Exposición Universal de Sevilla, que tuvo lugar en 1992 con enorme repercusión internacional, entre otras razones porque se planteó desde la idea del quinto centenario. No por casualidad, duró seis meses, entre el 20 de abril y el 12 de octubre *u14, de modo que la concesión del Nobel de la Paz coincidió también con el final de la Expo, según se la conoció popularmente. Aunque Umbral no lo explicita tampoco en el artículo, se refirió a ello con frecuencia en otros lugares, como La década roja (1993), que es justo el libro del que quiso hablar en el programa de Mercedes Milá. *u15 Por tanto, el ataque de Umbral al quinto centenario lo era también contra la Expo, enfrentándose, así, provocadoramente a toda la sociedad española, que estaba entusiasmada con los fastos de Sevilla (y con Curro, su mascota). Sin embargo, el verdadero objetivo de las críticas de Umbral era Felipe González. *u16 Desde el cambio de posición del PSOE a favor del ingreso de España en la OTAN en 1986, Umbral atacó reiteradamente a González por abrazar políticas de derechas contrarias al socialismo que daba nombre a su partido. Y, hacia 1992, Umbral consideraba, además, que González había desarrollado unas actitudes autoritarias en el ejercicio del poder. Desde este punto de vista, para Umbral la Expo era un despilfarro de dinero con el objetivo de rendir culto a González como líder político y una estrategia electoralista. Por razones de este tipo, terminó comparando a González con Franco, equiparando franquismo y felipismo.
(iii) y (iv) Periodismo, literatura y recursos del autor
*u17 Según las guías de uso, como la elaborada hace años por Alex Grijelmo, en periodismo se suelen distinguir tres funciones: informar, educar / crear opinión y divulgar / entretener, primando una u otra en cada caso. En una noticia, predomina la información, siendo, por ello, deseable aspirar a la objetividad. El periodismo se acerca a la literatura en el polo de la divulgación y el entretenimiento, como cuando se publican relatos cortos en los suplementos de verano. Asimismo, la relación entre periodismo y literatura se puede alcanzar a través de la opinión, porque en ese ámbito, que es el de la mirada subjetiva, está el yo, que es un rasgo propio de otros géneros literarios, como la lírica. Desde el entretenimiento o desde el yo, se favorece también el tratamiento estético del lenguaje, en sintonía también con la literatura. La columna, que es precisamente el género al que pertenece este artículo, es en periodismo la pieza que mejor se adapta al enfoque subjetivo y estético.
Como ya se ha señalado *u18, Umbral escribe radicalmente desde el yo, a veces ficcionalizado, y ello lo llevó a renegar del periodismo de información, jactándose incluso de trabajar a partir de rumores. En este artículo, a Umbral no le interesa la información objetiva como tal (el día de la concesión del galardón, declaraciones tomadas de Rigoberta Menchú o del jurado del Nobel), sino que se detiene en cuestiones aledañas que le interesan a él (explicadas en el apartado anterior), pero sin fundamentarlas. Por eso, para criticar el colonialismo, no cita fuentes, como sería propio del periodismo de información *u19, sino que se centra en el ataque, con la visceralidad propia de su particular estética de la provocación. Y, aunque en este artículo no se usa expresamente la primera persona, la voz del yo se deja oír en otros aspectos, como el diálogo que establece Umbral con Menchú, interpelada como tú: “dile a Jorge Serrano, presidente, que la patria eres tú”. Nótese que Umbral describe a Jorge Serrano con una breve pincelada, sin detenerse en el nivel informativo que se esperaría en una noticia. Así, no explica que fue Presidente de Guatemala en esos años, ni que fue líder de un partido conservador, ni siquiera el sentido que encierran sus propias palabras: que frente a la política de derechas de quien ostentaba el poder en aquel país, las simpatías sociales y las de Umbral estaban con la acción social de Menchú, que tuvo posturas progresistas.
Fruto de su estética de la provocación *u20, Umbral solía escribir artículos de crítica ácida, a menudo insultante, como lo fue una “Antología de tontas”, en torno a varias mujeres de la política de los años 90. Pero, al mismo tiempo, Umbral fue un escritor preocupado por la belleza del lenguaje y capaz de hermosas alabanzas, llenas de poeticidad. A este equilibrio se refirió Umbral como la técnica de la rosa y el látigo. Aquí, a pesar de los latigazos en torno al colonialismo, Umbral principalmente alaba con palabras hermosas a Rigoberta Menchú, y lo hace con un recurso que usó con frecuencia en sus artículos y que constituye el más claro indicio de la literariedad y, en particular, poeticidad de su discurso periodístico: la composición del texto en prosa metrificada, como puede en tantos otros casos de la antología de Mis queridos políticos, elaborada por Laín Corona. *u21
Aunque la disposición tipográfica es de prosa, todo el texto puede dividirse en secuencias métricas, principalmente endecasilábicas. Por falta de espacio, tómese este ejemplo, en el que también destaca la anáfora (otra figura retórica habitual en poesía) de cinclo siglos al principio de cada secuencia métrica: “Cin-co-si-glos-de-sus-toy-la-ti-ga-zo (11) / cin-co-si-glos-de-ro-boy-de-la-ti-nes (11) / cin-co-si-glos-que-can-tan-en-tu-cuer-po (11) / co-mo-cin-co-sen-ti-dos-te-rre-na-les (11)”. *u22 No es casual que la anáfora se sustente en la idea de cinco siglos, que es, como se ha analizado, central en todo el artículo. En la última secuencia, se altera ligeramente el sintagma cinco siglos para construir un símil, ya que coincide el número de centurias con el número de sentidos que normalmente se señalan en la cultura popular. Esto permite, a su vez, un cierto grado de sinestesia, aun sin serlo en sentido estricto. Gracias a estos recursos, se ve hasta qué punto Umbral, sin haber cultivado prácticamente la poesía como tal, tuvo un sentido poético muy marcado, y, de hecho, fue un lector voraz de este género, con admiración predilecta por Lorca y el 27.
Para reforzar la dimensión literaria y fruto también de su voracidad lectora, Umbral inserta referencias intertextuales, como cuando compara la lucha de Menchú con el famoso final de Macbeth, de Shakespeare, en el que un ejército de soldados, fusionado con la naturaleza, arremete contra el castillo y parece que el bosque se está moviendo: “bosque de Macbeth, cordilleras humanas, tierra alzada, con pendientes y lanzas y venganza”.
(v) Conclusión *u23
Francisco Umbral fue durante años minusvalorado por la crítica, porque cultivó un tipo de literatura al margen de los rasgos habituales del campo literario: provocadora, altamente yoísta, anclada en los medios de comunicación y deudora de discursos marginales, como el cheli. Sin embargo, con el paso del tiempo estos mismos rasgos fueron los que garantizaron su éxito, y hoy su obra y, en particular, su peculiar combinación entre literatura y periodismo es motivo de estudio académico. Dejando de lado su otra producción literaria, en este comentario se ha prestado atención precisamente a estos rasgos a través de un artículo que, como tantos otros de Umbral, muestran su capacidad como cronista de su época, sin renunciar a una dimensión fuertemente literaria.
No se pueden ver en el texto algunos de los recursos literarios típicamente umbralianos, como el uso de barra (/). *u24 Sin embargo, sí está la técnica que más claramente vincula en el texto su práctica periodística con la literatura y, en particular, la poesía: la metrificación de la prosa. Con esta habilidad escritural, Umbral consigue hacer una hermosa alabanza de Rigoberta Menchú, pero, de acuerdo con su teoría de la rosa y el látigo, no desaprovecha la oportunidad para hacer duras críticas sociopolíticas.
Aunque no las cita explícitamente, las críticas de Umbral están alineadas con las teorías decoloniales, acusando al Nobel de la Paz de 1992 de encubrir el imperialismo europeo con festejos, sin abordar realmente el historial de injusticias. Por extensión, las críticas de Umbral se aplican implícitamente a la Exposición Universal de Sevilla y al gobierno de Felipe González.
Umbral articula estas críticas con un tono marcadamente comprometido, heredado sin duda de la poesía social que él leyó con admiración (por ejemplo, Blas de Otero). De hecho, sus ideas políticas siempre estuvieron alineadas con la izquierda, y, por las fechas mismas del artículo analizado, Umbral pidió públicamente el voto para Izquierda Unida, frente a un PSOE escorado, según él, a la derecha. No obstante, el artículo no permite ver la complejidad del debate ideológico. *u25 Umbral tuvo un gran interés por la idea de España. Ciertamente, su visión fue muy crítica, con no poca ironía, como muestran algunos títulos de su trayectoria: Suspiros de España (en alusión a la famosa canción popular) y España como invento (que parte de las ideas de Ortega y Gasset). Sin embargo, esas mismas ideas, aun reivindicadas por el autor desde la izquierda y desde la crítica, resultan a veces contradictorias con la perspectiva decolonial, máxime si se analizara en detalle la propia evolución ideológica de Umbral hacia posiciones conservadoras. Pero, por falta de espacio, esta cuestión debe tratarse en otro momento.